Se les llama Plantas Bulbosas a las especies que poseen alguno de los siguientes órganos subterráneos de reserva de nutrientes:
- Bulbos
- Cormos
- Túberos
- Tubérculos, raíces tuberosas
- Rizomas
- Pseudobulbos
Estas plantas se pueden multiplicar por semillas, troceando el rizoma, separando los bulbos, etc. Veremos a continuación todos los métodos.
Multiplicación por semilla
La reproducción por semilla en bulbosas se utiliza principalmente para obtener nuevas variedades y especies; a nivel de aficionado, muy poco.
Por dos razones:
- De semillas generalmente pasan de 3 a 5 años antes de ser capaz de florecer. Hay excepciones: las Dalias enanas, por ejemplo, se siembran a finales del invierno y florecen en el mismo año; las Fresias emplean de 6 a 12 meses para alcanzar la época de floración.
- La descendencia es muy dispersa por la combinación de genes, no conservando en muchas ocasiones las buenas características de la planta madre. Por eso se recurre a la propagación vegetativa (esquejes, división, etc.), por medio de la cual se obtienen individuos idénticos a su progenitor.
Por lo general, la siembra de las especies bulbosas no suele realizarse directamente en el terreno sino en recipientes de madera o plástico.
Semillero
Es fundamental conseguir que la humedad se mantenga lo más constante posible. Para ello, se puede cubrir la superficie sembrada con una tela gruesa humedecida, un plástico o un cristal, que deberá retirarse una vez tenga lugar la germinación. La temperatura ideal oscíla entre 14 y 18 °C.
Cuando las plantas hayan crecido bastante para poder manipularlas se extraen del semillero y se trasplantan con la ayuda de una espátula, en un sustrato para macetas, manteniendo una distancia de 3-5 cm entre ellas y teniendo cuidado de no dañar las raíces o el tallo. A continuación, dependiendo de la especie de que se trate, pueden mantenerse en el invernadero durante algún tiempo o bien ser trasladadas a un vivero o al aire libre.
Bulbos
Ejemplos:
- Amarilis
- Azucena
- Clivia
- Galtonia
- Crinum
- Chionodoxa
- Fritillaria
- Hemerocalis
- Hippeastrum
- Iris
- Jacinto
- Leucojum
- Muscari
- Narciso
- Nardo
- Nerine
- Scila
- Tigridia
- Tulipán
- Vallota
Los bulbos constan de un "disco basal" de cuyo ápice surge el tallo floral.
Se clasifican en tunicados y escamosos. Los tunicados tienen bases superpuestas de forma semejante a los de la cebolla; los escamosos presentan las bases imbricadas y de consistencia carnosa.
La multiplicación de bulbos y cormos se hace separando los bulbillos o hijuelos formados alrededor del bulbo original y plantándolos. Eso sí, la floración va perdiendo calidad de un año para otro, por lo que los bulbos se suelen comprar nuevos cada año.
Procedimiento:
Al terminar la floración, se cortan las flores pasadas y se dejan las hojas y tallos hasta que se sequen completamente. El tiempo que pasa desde que se acaba la floración hasta que se desentierran puede ser entre 1 y 2 meses, tiempo suficiente para que acumulen más reservas y se formen pequeños bulbillos adheridos al original.
Los bulbos se extraen, se lavan, se desinfectan con fungicida y se dejan secar a la sombra.
Se le recortan las raíces, se le quita la tierra que tenga pegada, se separan los posibles bulbillos hijos formados y se envuelven en papel de periódico para absorber la humedad y que no se pudran.
Finalmente, se meten en cajas de madera y almacenan en un lugar seco hasta la nueva plantación en recipientes en verano en vivero, donde se cultivan por uno o dos años hasta que alcanzan las dimensiones necesarias para la floración. Este método se usa para los Narcisos, Tulipanes, Jacintos y para la mayoría de las plantas bulbosas más pequeñas como el Muscari.
Los bulbos como Narcisos, Tulipanes y Crocus, deben conservarse secos. Otras bulbosas, como los Lirios o Begonias tuberosas, es preciso cubrirlos con turba algo húmeda para evitar que se sequen del todo.